Guía para escoger el diamante ideal

Cada diamante es único, diferente, irrepetible, aunque sólo sea por un pequeño detalle, no hay dos diamantes iguales. Las tan sutiles como extraordinarias diferencias de los diamantes constituyen pequeños milagros de la naturaleza. Aunque, con el transcurso del tiempo,  la habilidad del tallador se ha vuelto cada vez más sofisticada, por lo que también podemos afirmar que esta diversidad natural ha logrado ser moldeada por el hombre. 

Si estás considerando comprar un diamante, hay una serie de detalles a tener en cuenta antes de decidirse en la elección. Es por eso, que en MONTREY te explicaremos las cuatro características claves que determinan el valor y calidad de un diamante. 

Las combinaciones resultantes de estas cuatro características, también llamadas las 4C´s,  son ilimitadas, al igual que nuestra habilidad para apreciarlas. Peso, pureza, color y talla son las  características que hay que tener en cuenta a la hora de comprar un diamante. 


Peso en quilates 

El quilate es la unidad de medida de las piedras preciosas. Un quilate equivale a 0.20 gramos y cada quilate se divide en 100 puntos. 

El tamaño del diamante, aunque es importante, no es el único factor para determinar su valor, contrariamente a lo que se cree. El color, la pureza y la talla son factores determinantes que también influyen en el precio del quilate.  Por ejemplo, un diamante con un peso de medio quilate, pero de un color muy blanco y sin apenas inclusiones (impurezas), puede ser mucho mejor que un diamante de un quilate pero con un cierto color e inclusiones. 

Por decirlo sencillamente, se pueden encontrar diamantes de gran calidad en cualquier tamaño. Sin embargo, los diamantes de más quilates son mucho más raros y , por lo tanto, más preciados y valiosos. Y otra cuestión a tener en cuenta: en calidades iguales, un diamante de dos quilates es mucho mejor y más caro que dos diamantes de un quilate cada uno. Esto se explica por la dificultad que existe en encontrar en la naturaleza diamantes de más de un quilate. 

 

 


 

 

 

 

 

 

Pureza

La mayoría de los diamantes contienen pequeñas impurezas o imperfecciones, puntos de carbón no cristalizado, burbujas u otras “marcas de nacimiento” que no debilitan la estructura del diamante pero que pueden interferir en cierta medida con el paso de la luz. Se considera que un diamante es legalmente perfecto únicamente cuando observado con un lente de diez aumentos por un ojo experimentado, no presenta defectos visibles. Existe toda una graduación de los diamantes en razón de su pureza que va en los siguientes grados: “sin inclusiones”, “inclusiones muy pequeñas”, “pequeñas inclusiones”, e “imperfecto, inclusiones visibles a simple vista”. 

Los diamantes puros, como los diamantes sin color, son extremadamente caros y su valor está en consonancia con ello. Cuando las inclusiones no reducen el brillo o “fuego” de los diamantes, ni amenazan su inalterabilidad, no tienen la menor importancia y no deberán afectar al disfrute de la joya, aunque variarán sustancialmente su valor.

Hay que decir también que existen gran número de diamantes técnicamente imperfectos, incluyendo algunos de los más famosos, que poseen sin embargo una gran belleza y valor. Sus inclusiones pueden no llegar a perjudicar de forma apreciable el brillo de la piedra y sus otras cualidades en ocasiones llegan a compensar los pequeños defectos. 


Color

El mejor color en un diamante es la ausencia de color. Que sea incoloro. Los diamantes que son absolutamente incoloros, blanco transparentes, son muy raros. Sólo un pequeño porcentaje de diamantes alcanzan esta calidad. La mayoría de los diamantes contienen pequeñísimos fragmentos de otros elementos además del carbono, lo que les confiere un tinte amarillento. El color de los diamantes viene graduado en una escala que va desde el incoloro al ligeramente amarillo. 

Naturalmente, el color se refiere a la piedra en sí, no al reflejo resultante de sus destellos. Las variaciones en el color de los diamantes son tan ligeras que sólo un experto puede apreciarlas en unas condiciones determinadas: los diamantes han de ser clasificados bajo una luz directa de orientación Norte o por medio de una lámpara fluorescente especial. 

La mejor manera para determinar el color de un diamante es observar a través de un fondo blanco. Aunque la mayoría de los diamantes son blancos, existen diamantes de todos los colores: amarillo canario, rosa, azul, verde, marrón. Estos diamantes son conocidos como “De fantasía” o “fancies” y son tremendamente escasos, por lo que su precio es también especial. 

Talla

Las tres características que hemos analizado (peso, pureza y color) dependen de factores naturales. La talla, en cambio, es donde el hombre ejerce una influencia directa. 

Muchas personas confunden la talla con la forma del diamante. Es importante señalar también que, mientras  la talla es una cuestión técnica, la forma, una cuestión personal. En sentido estricto, la talla se refiere a la proporción del diamante.

Un diamante bien proporcionado asegura un brillo máximo, reflejos y “vida”, lo que se conoce como “fuego” interno. El trabajo del tallador consiste, precisamente, en permitir, con una buena talla, que el diamante refleje la máxima cantidad de luz.

Para tallar un diamante se necesita una increíble precisión. Si las facetas no son ciento por ciento simétricas el diamante pierde brillo, resplandor y fuego, que es su cualidad más importante. La talla es el factor más decisivo en la belleza de un diamante. 

Las formas más populares de los diamantes son la redonda, marquesa, pera, corazón y esmeralda. Algunas personas siguen prefiriendo la clásica forma redonda mientras que para otras resultan más tentadoras la oval, marquesa o de pera. La forma esmeralda tiene un atractivo especial propio, con sus facetas rectangulares y un brillo seductor aún más atrevido que otras formas.

En cuanto a la talla hay que tener en cuenta que:

  1. Cuando el diamante está bien tallado la luz se refleja de una faceta a otra y luego se dispara a través del diamante, consiguiendo su máxima brillantez. 
  2. Si la talla es demasiado larga, parte de la luz se escapa a través de las caras opuestas del pabellón. (la parte más baja del diamante)
  3. Si la talla es demasiado plana, la luz se escapa a través del pabellón antes de ser reflejada.

Por último, lo que no debes olvidar a la hora de que te dispongas a escoger una piedra de este tipo, es la importancia de acudir a un joyero de confianza. Un profesional capacitado para aconsejarte de la mejor manera acerca de todas estas variables.

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